Los pelos de punta. Efectivamente, esa es la reacción después de saber hasta dónde puede llegar el espionaje digital. Malén Aznárez, presidenta de Reporteros Sin Fronteras-España, hace referencia en su artículo Caballos de Troya contra la libre información, publicado en El País el 3 de mayo de 2013, al control que se ejerce sobre la Red.
Según indica, uno de cada cuatro internautas no tienen acceso a Internet libre y unos 60 países han establecido controles o censuras en la red. Y no se trata, subraya, “de la censura directa –de esas 138 palabras que tiene prohibidas Turquía, entre ellas falda, cuñada, embarazada, libre-, de ralentizar la banda o del expeditivo apagón directo, sino de técnicas mucho más sofisticadas”.
Aznárez señala que “hay grandes empresas de telecomunicación que, de acuerdo con los gobiernos de determinados países, se han convertido en los nuevos policías de la red”, y advierte del espionaje digital, capaz de realizar escuchas de conversaciones a través de Skype, lectura de chats y correos electrónicos cifrados, encendido a distancia de la webcam o micrófono del ordenador, acceso a los archivos, etcétera.
